jueves, 5 de julio de 2012

La bicicleta estática

O cómo reventarte de esfuerzo sin avanzar un metro. Con esta sencilla -y, a mi entender, acertada- metáfora, definía un profesor de economía la situación actual de nuestro país desde el descalabro bancario del pasado junio.
Las medidas concretas que toma el gobierno afectan a la economía real: a la liquidez cotidiana de las pequeñas y medianas empresas -por tanto, al tejido productivo- y al poder adquisitivo de los ciudadanos -por tanto, al consumo-.
 Sin embargo, todos esos pedales (y el sudor, los calambres en las piernas, la mala hostia...) no tienen el menor impacto macroeconómico. El asfalto no se mueve bajo las ruedas, ni cambia de textura. Mientras, la economía del país no "crece" y el galimatías europeísta hace crecer la diferencia entre nuestro bono y el bono alemán (¿alguien podría explicarme cómo se subasta la deuda? ¿es como en Sotheby's o algo así? ¿por qué no lo retransmiten? Podría ser divertido...).
Y poco más, ¿verdad? Salvo las pequeñas alegrías del individuo: una eurocopa, un chiringuito, un escalofrío cuando el mar helado se cuela entre los dedos, el silencio entre el filo de una ladera y el último sorbo rojo de sol cada tarde... y menos mal.
Pero sin engañarnos: persiste la duda (... y menos mal) de cómo se sale de este agujero y se reinventa el modelo de vivir y consumir. No sé si será reventando, lo que sí sé es que yo quiero verlo.

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