sábado, 18 de octubre de 2014

El laberinto junto al mar

Tras meses de forzoso abandono, volvemos a las andadas con una reseña largamente deseada. Se trata del conjunto de ensayos El laberinto junto al mar de Zbigniew Herbert, de aquí en adelante sólo Herbert, por obvias razones de economía. 

El laberinto es un cuaderno de viaje por tierras griegas que se completa con dos ensayos de temática diversa :" Sobre los etruscos " y " Clase de Latín" , que demuestran la devoción del escritor polaco por las civilizaciones mediterráneas antiguas y la filología clásica.

El paisaje griego escapa a cualquier descripción por culpa de su propia naturaleza(...) Resulta imposible recortar de aquella maraña de azules , de montañas, de agua, de aire y de luz una vista única que nos permita decir: así es Grecia.

Esta cita, al comienzo del segundo ensayo, es una oda al paisaje griego que invita a perderse en la búsqueda, a aquellos que aún no conozcan ningún rincón de la Hélade, o al recuerdo, a aquellos que, conociéndolo bien,  no se nos escapa esa sensación de "movimiento" de la que habla Herbert, que supera la mera variedad del paisaje para trascender. Es ese algo insustituible que reclamamos para el territorio heleno todos aquellos que lo hemos habitado durante períodos más o menos largos de tiempo.

Sucede con los libros de viaje de numerosos polígrafos europeos que comienzan con una expresión de desdén hacia la tierra tan soñada que pisan por primera vez. Me viene a la mente Kapušciński en Viajando con Heródoto al llegar a la India... El viajero occidental, por más que haya deseado pisar esa tierra que para él es sinónimo de mito, libertad o exotismo, se torna en un taquígrafo gruñón en sus primeras páginas de apuntes: protesta por todo aquello que extraña de su hogar, sea la higiene, el orden, la puntualidad; o todas estas cualidades juntas. Así son las primeras páginas de Herbert al narrar su llegada y comienzo de estancia en Iraklio, capital cretense. Después el discurso gira y nos traslada a bellos rincones de Creta, Samos, la Acrópolis ateniense... 

La lectura es agradable para los iniciados, más bien para los enamorados del arte y la geografía griegas, y un tanto tediosa en cambio para los que llegan al libro por casualidad o con las mismas ganas que a una revista de National Geographic. Estos últimos no llegarán al ensayo "Clase de Latín" sin saltarse alguna página. Los  frikis o nostálgicos de las clásicas disfrutarán de estas últimas páginas como de una dulce reivindicación de sus quehaceres.

Sin más, y con muchas ganas de volver a Cnossos, os animo a disfrutar de esta lectura.

viernes, 27 de junio de 2014

Los mundos sutiles

 Amo los mundos sutiles
ingrávidos y gentiles 
como pompas de jabón...

De entre todos los textos, reseñas de esto y aquello, que estoy esperando a plasmar en este blog después de mi parón opositor, me ha elegido el breve relato del documental sobre la vida y obra de Antonio Machado, "Los mundos sutiles", del realizador Eduardo Chapero Jackson. 
No me detendré en que se trata de poesía en imágenes. no comentaré el lirismo de las coreografías, la intensidad de una oscura Leonor llevando en volandas al poeta hacia su muerte, en un pasillo decadente tras la frontera. 
Lo que me llena de emoción es la capacidad de mezclar el arte con la playa y el extrarradio , de sacudir la pereza de un sofá cualquiera de una casa cualquiera, que impide leer a los poetas de gran nombre, conocidos por todos, de quienes está todo dicho.
Los mundos sutiles honra y engrandece al hombre y al poeta y lo envuelve en pompas de jabón para que no pesen sus años, ni su sombra, ni todo lo ya publicado. Sólo versos, cuerpo y luz.
En cuanto a mí, me levantó del sofá y me llevó de nuevo a la Tierra de Alvargonzález, y de allí estuve sin salir un par de días.
Si queréis reconciliaros con Machado  y con Castilla, incluso hasta con España, en caso de que os hayáis enemistado -lo que por otra parte no sería difícil-, dedicadle poco más de hora y cuarto a este estupendo documental.





jueves, 24 de abril de 2014

Su movimiento

Deseado al principio, su ausencia vivida con temor e impaciencia, pero una vez que llegó, su movimiento es algo así como el amor establecido: tan vivo y tan presente, que no recuerdas el momento exacto del pasado en el que se confundió con lo intemporal. Sencillamente llegó y se quedó, y aquí está, y sucede. Y ya no te imaginas vivir de otra manera.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Ojos como los de Cortázar



Los ojos de mi niña son como los de Julio Cortázar a ratos, cuando está dormida. Claro que son mucho más lindos. Perdona Julio, pero no hay pasión literaria que pueda con la pasión de una madre, especialmente la de una que, sentada en el suelo, arrastra el bolígrafo por papel mientras una manita ávida de tacto y aprendizaje le boicotea el escribir.
En fin, que hay veces que, cuando duerme en mis brazos, sus ojos son como los tuyos, Julio, rasgados sin un porqué ni un origen claro; oblicuos, como podría ser el camino hacia un mundo nuevo. En ese camino aprenderíamos a sentirnos como de otras latitudes y al final, incluso hasta nos comprenderíamos, sin pensar en que somos del norte o del sur.
Pues sólo con ojos oblicuos se ven todas las capas de los sueños y los despertares, se puede perseguir la melodía perfecta, beberte las babas del diablo y dar la vuelta al día en ochenta mundos.Y seguir vivo, ahí es nada.
Hoy, a pesar de tus aniversarios, es un día feo. Y no por la lluvia, sino porque parece que hoy ganan personas insolentes, que insultan la misma vida que pretenden legislar. 
Por eso hoy, celebro la magia oblicua de los ojos de mi niña y decido ponerme a leer Rayuela, como si la leyera por primera vez.