viernes, 17 de mayo de 2013

De LOMCES y otras mierdas

Hoy es el día. Con paso firme, sin vacilar, no le tiembla ni un músculo de la cara, mientras mantiene esa sonrisa tirante que ya le ha hecho tristemente famoso, y que, paradójicamente, ostenta como bandera de su mayor triunfo, ese extraño "no dejarse menoscabar" que en tanto estiman los que se creen más fuertes. "Olvida la arrogancia y la codicia..." que dijo Confucio, aunque lo de nuestro ministro Wert no es la filosofía, ni la práctica ni la trascendente, sencillamente lo suyo no es la filosofía tal como se concibió: como "el amor a la sabiduría". Porque el amor es incondicional, y ha de ser flexible y fuerte, y no rendirse a la circunstancia. Esto nos cuesta aprenderlo a todos -a unos más que a otros-, porque amar, o querer, bien puede ser muy difícil. Pero ya no hablamos sólo de "querer mal", sino de un desdén sistemático hacia la sabiduría, la cultura, el arte y el vehículo principal de todas ellas, el camino del crecimiento espiritual de cualquier sociedad: la educación.

Pero ya está. Sin muchas vueltas. Hoy, y puesto que ayer, ni antes de ayer, hubo centenares de miles de personas en las calles, -"que yo sepa, hoy no se está manifestando nadie", manifestaba jocoso Wert ayer-, el ministro lleva el proyecto (o anteproyecto, yo qué sé) de la LOMCE al consejo de ministros. Una semana después de las movilizaciones masivas de toda la comunidad educativa en todo el país. Hay quien diría que esta actitud es un poco de cagaos. Bueno, perdón, de cobardes. Es que a ratos se mo olvidan la licenciatura en Filología, el posgrado, el doctorado, los idiomas, el estudio de las oposiciones... Qué cosas.

Volviendo al tema, hay mucho que huele a rancio en la Ley Orgánica de Mejora (!!) de la Calidad Educativa. Para que nadie me tache de "utopista" no voy a insistir en todo lo que supone fomentar la competitividad en detrimento de la cooperación, lo que a su vez supone un aumento de la segregación de base. Nos quedamos con lo mejorcito de la educación de raíz prusiana: separar en clases uniformando a su vez pensamientos y actitudes. Señores, pónganse a rezar para que su niño esté entre "los listos". Aunque depende de dónde vivan, igual no es lo suficientemente listo.

Me voy a limitar a señalar algo suficientemente grave como sustituir una palabrita. Al comienzo del artículo único que modifica la LOE 2/2006, de 3 de Mayo, la Educación aparece definida como un "servicio" y no un "derecho". Los derechos son adquiridos, los servicios se prestan. No hace falta ser un experto en análisis del discurso.

Y en cuanto a la estructura del sistema y sus contenidos: cuidado. Porque ya no se trata sólo de arrinconar las materias artísticas y creativas (Música, Artes Plásticas), desoyendo a los más influyentes pedagogos de aquí y de fuera (estamos formando personas, oiga); sino que también se medio destierran las materias de estudios clásicos (Latín y Griego), que no sólo me tocan en lo personal, sino que son muy importantes para el conocimiento de nuestra cultura y nuestra lengua y ayudan a desarrollar la capacidad de abstracción tanto como las Matemáticas o la Lógica formal; y ya la última, gordísima: que la asignatura de Historia (Ciencias Sociales) no sea obligatoria en 4º de la ESO. Cuando en dicho curso se desarrollan los contenidos de Historia Contemporánea, fundamentales para que cualquier estudiante forme una mínima conciencia crítica del mundo en el que vive. Alguien con una "sospechosa" calidad intelectual de premio Nobel, José Saramago, ya apuntaba en su novela El Hombre Duplicado, un modelo de enseñanza de la Historia que comenzara "de delante hacia atrás". Porque hemos recorrido un largo camino, y aunque descubrir Tartessos sea maravilloso, los más jóvenes no saben (y casi que me incluyo) lo que ocurrió en nuestra Transición. Y así nos va.

Me ha quedado esto muy largo, más de lo deseable, pero sinceramente no sé que cortar... porque veo que con ciertas mayorías no va a a haber ningún consenso y si esta ley se aprueba, va a tardar en deshacerse, como siempre. Nuestro trabajo y la educación de nuestros hijos está en juego. Vaya una mierda de ley, señor Wert. Vaya una mierda.





jueves, 16 de mayo de 2013

Si una noche de invierno un viajero...

No hay nada para volver de las telarañas cotidianas de la inspiración como una buena lectura. Corrijo: una lectura excepcional, porque de las buenas ha habido varias en estos dos meses de sequía bloguera, y aun así, ha sido ésta la que ha movido y removido estas líneas de recomendación.

Mis buenos amigos D. y S. supieron recomendarme Si una noche de invierno un viajero de don Italo Clavino, sin desvelar nada de su trama, estructura, o de las virtudes que podrían servir de anzuelo. Rara virtud en estos tiempos en que los spoilers corren y campan a sus anchas, o por lo menos, en los que todo el mundo quiere decir mucho de todo. Si leyeran este cumplido, me dirían: "¡no fue por ser sabios y sensatos (que lo son, y mucho, los jodíos)! ¡no habríamos sabido definir el "de-qué-va"!". Seguro que habrían sabido, el caso es que no lo hicieron, y yo voy a tener la misma cortesía con vosotros.

Tan sólo quisiera decir que me resulta una lectura fundamental dentro de la novela del último cuarto del siglo XX y a citar, no me resisto:

-Leer -dice- es siempre esto: hay una cosa que está ahí, una cosa hecha de escritura, un objeto sólido, material, que no se puede cambiar, y a  través de esta cosa nos enfrentamos con alguna otra que no está presente, alguna otra que forma parte del mundo inmaterial, invisible, porque es sólo pensable, imaginable, o porque ha existido y ya no existe, ha pasado, perdida, inalcanzable, al país de los muertos...
-... O que no está presente porque aún no existe, algo deseado, temido, posible o imposible -dice Ludmilla-, leer es ir al encuentro de algo que está a punto de ser y aún nadie sabe qué será...

Esta entrada es un homenaje, más que a Calvino, a los grandes amigos y a los grandes libros, especialmente si vienen juntos. Gracias, chicos, por prestarme tantas horas de genial lectura... y por todo lo demás.