domingo, 9 de diciembre de 2012

La chica que pelaba cebolla

Por "alusiones" a que este microrrelato debería aparecer en la página "principal", ahí va un homenaje a los orígenes de mis narraciones ordinarias:

Había poca luz en la cocina, la verdad. No había suficiente luz para llevar a cabo tareas que requieren precisión milimétrica, y sin embargo, ahí estaba ella, erguida y poderosa, con el cuchillo que había venido de regalo con la edición dominical del periódico. No estaba segura de poder terminar la colección. Aun así seguía enfrascada en su misión. 
Sonó el timbre y se sobresaltó. Fue a ver quién era, extrañada: nadie llama al timbre de estos bloques residenciales en domingo, a no ser que sea familiar o amigo, visitas más o menos deseadas. Al otro lado, la imagen convexa de una mujer embarazada vestida de verde ocupaba toda la mirilla. Parecía nerviosa, movía el cuerpo con el balanceo de punta a talón, y miraba de arriba abajo esperando respuesta de la maldita puerta. Maldita puerta. Abrió sigilosa y saludó: "Hola, ¿querías algo?", "Perdona", le dijo, sorprendida, atónita incluso, "he debido de confundirme, eh... no es aquí, disculpa, eh, no, yo... no quería molestarte". La voz entrecortada y el nerviosismo acentuado, sus ojos se movían en todas direcciones salvo en la que llevaba a los ojos de su interlocutora. "Hay que ver....¡no pasa nada, mujer!, pareces agobiada, ¿no quieres pasar y tomar un vasito de agua o de zumo? Te sentará bien..." "No, no, no, ni hablar... ya te he entretenido bastante. Tengo que irme". Esto último sonó contundente. Desapareció tras el cortafuegos y esperó el ascensor.
En fin, ahí estaba el encuentro extraño del día. Aún sin entender muy bien lo que había pasado, volvió a la mal iluminada cocina (día nublado, ¿cuándo se iba a acordar de llamar al electricista?) y siguió con lo suyo. La cebolla estaba ya completamente pelada, sólo quedaba elegir cómo cortarla. Mientras pasaba sus dedos por la capa exterior, pensaba en los ojos temerosos de la muchacha. "¿Por qué estaría tan asustada?", pensó. Comenzó a cortar la cebolla en tiras, manejaba el cuchillo con firmeza y ternura a un mismo tiempo, como si hubiera nacido para ello. "¡Claro!", se dijo, "¡el cuchillo! ¡pero qué estúpida soy! ¡la pobre chica habrá pensado que soy una loca con tendencias homicidas! Hay que ver... ¿a quién se le ocurre salir a abrir la puerta con un cuchillo japonés en la mano?" Eso había sido, el cuchillo.
Un grito ahogado produjo, de repente, un apagón a su alrededor. La cocina desapareció tras sus ojos cerrados. La sangre salía a borbotones del dedo índice de su mano izquierda, tanto, que empapó su camisón verde con una enorme mancha roja, en forma de uve. Salió corriendo hacia el baño, metió el dedo debajo del grifo. Intentaba apretárselo con fuerza, pero la hemorragia no paraba. Buscó por todo el armario algo para desinfectar la herida. Sin éxito. El suelo lleno de cajas de medicamentos. Se agachó y cogió como pudo los algodones y el esparadrapo. El corte era profundo, no pintaba bien. Empezó a ponerse nerviosa, trató de calmarse. Respira hondo, respira. De pronto, sintió un agudo pinchazo en el vientre. No, no hay que tener ciertos accidentes en el octavo mes de embarazo. Hay que ver...
Los vecinos de detrás del cortafuegos no estaban. Malditas puertas. Malditos bloques residenciales. La ambulancia tardó en llegar hasta allí. Llaman al timbre. Al otro lado, la imagen cóncava de una mujer embarazada vestida de verde ocupaba toda la mirilla.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Melancholia (una reescritura)

Se hallaban frente al cielo abierto, incapaces de reaccionar. Fue una de las dos mujeres que quedaban vivas quien se adelantó y comenzó a atravesar el campo que, cual pradera recortada de alguna naturaleza muerta, de un verde compacto, sin matices, se extendía entre el lago y la casa. Daba pasos firmes, cortos, ansiosos, buscando, quizá, sus últimas certezas. Acompañada de su sobrino, un pequeño blanquecino, de esos que se han criado medio solos y a los que les cuesta sonreír, la mujer dirigía la búsqueda en el bosque. Se adentran en la mal llamada espesura, pues en esta arboleda hay mucho espacio entre árbol y árbol y la luz se filtra sin mayor dificultad. Por fin encuentran lo que buscan, un manojo de ramas que convertir en palos, de unos dos metros de altura, elásticas y aún consistentes. Perfectas para construir una cueva mágica.

De vuelta al cielo abierto, los tres últimos compañeros suben a una suave loma, atalaya resbaladiza  sobre el lago. Un punto de observación para el acontecimiento. Las seis manos blancas con frío se disponen a edificar lo que será su refugio antiaéreo. Un lugar en el que sentarse y confiar. Montan los palos, los tocan, los deslizan unos contra otros y los unen en un extremo; todo ello con tal sentido de desesperanza que casi se les cierran los ojos esperando que entre palo y palo, el espacio triangular se rellenara con la más especial aleación de metales, pétrea, o no,  mejor quizá, sumamente adaptable, indestructible, en fin, triángulo de resiliencia que absorba cualquier bocanada de aire sideral y todos los restos minerales y líticos que a buen seguro habrán de golpearles.

Quedó terminado, así, e inaugurado el refugio, cuando los tres compañeros se sentaron. La primera mujer, de la que no hemos hablado porque se había escondido en su cuerpo -ella que, en condiciones normales, en los extremos del convencionalismo, se manejaba con tanta flema y sensatez-, levantó entonces su mirada crispada de nervios y de melancolía por el resto de vida no vivida. Miró hacia arriba y el azul fue casi insoportable.

Todo el paisaje -lago, prado, casa, bosque-, ayer mismo inmerso en la penumbra de las noches de la campiña y de las miserias establecidas que dominaban las vidas de sus habitantes, se iluminó hasta rebasar los límites humanos de la claridad, y con ella, de la clarividencia. Inevitablemente, medio segundo después, todo ello reventó de luz y de calor, pasando a ser microinstantes de color anaranjado, cristalizados junto al resto del planeta, aniquilados sin ser oídos más que en el resto del universo.

Y así fue que todo volvió a ser pura energía, quizá como siempre hubimos merecido... ser.




Un guiño a que el día 21 de Diciembre seguiremos vivos (¡cómo si nos lo fueran a poner tan fácil!) y al cine de Lars Von Trier, que tiene la peculiaridad de hacerte creer que lo más bello y tranquilizador que puede ocurrir es el fin del mundo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Dentro del laberinto

Dedico esta entrada al libro El Minotauro Global del economista griego Yannis Varoufakis, donde desmenuza las causas del crash de 2008 y del desmantelamiento del sistema financiero basado en la fabricación infinita de productos de deuda calificada como buena (la famosa triple A, que sería un triple sobresaliente, pero eso solo lo entienden los nerds -empollones- estadounidenses o los entretenidos europeos que vemos series sobre los citados nerds estadounidenses), que tienen como fin fabricar infinitos beneficios (manufacturar dinero de papel supuestamente equivalente al dinerico "normal" que los tonticos de a pie contamos en billetes), que alimentan a su vez los círculos de los dirigentes de bancos y agencias de calificación, un determinado sector inmobiliario, y las supuestas instituciones reguladoras (bancos centrales, reserva federal...) cuyos asesores habían participado o ansiaban participar de los círculos anteriormente nombrados.

El diario.es publica hoy un extracto del libro de Varoufakis, con el vacio de las notas a pie de página. Se trata de un texto especializado, y sin "aparato crítico" (las explicaciones y las referencias bibliográficas) se queda cojo. Es todo lo que podríamos esperar de un economista anti-capitalista. Yo, por lo menos, no me esperaba otra cosa. Explica de forma clarificadora la naturaleza monstruosa de esos productos financieros sintéticos que alejan tanto, pero tanto, la producción, del trabajo humano, que cuesta ver la más mínima relación entre lo que hacen los profesionales todos los días y lo que se maneja de pantalla en pantalla en esas oficinas virtuales de comerciantes de dinero.

En fin, el texto, como digo, es clarificador en varios puntos; en otros, no. Es el caso de las "teorías económicas  tóxicas", que a mí me vienen grandes. Puedo atisbar de qué va el asunto, pero obviamente se me escapa toda la técnica matemática que utilizó (y sigue utilizando) esa élite de "hiperinteligentes hombres y mujeres" para justificar toda esta movida cuasicriminal.

Algo que a mí, paradójicamente, me resulta tranquilizador, es que el autor deja bastante claro que esta élite intelectual numeraria, una de dos: o no se olió su propia tostada, o impostó adrede la validez de este modelo, sustituyendo "ignorancia" por "conocimiento provisional". Más o menos esto: en vez de decir que NO TENGO NI IDEA de cómo se van a comportar los mercados, asumo que hay comportamientos que no van a tener, porque son irracionales; por lo que estoy en posición de vender la moto con mis ecuaciones y algoritmos chachis de que SÉ LO QUE VIENE DESPUÉS. 

Todo lo cual a mí por lo menos me demuestra: (a) que esa gente tan inteligente no es tan inteligente como dice ser, y (b) que su astucia desmedida les conduce a creerse su propia falacia -lo que es un signo alarmante de estupidez-. Esto último lo justifico diciendo que la mayoría de los gurús económicos del "súper mercado eficiente" explican el batacazo de 2008 argumentando que las crisis económicas sistémicas son "naturales". Es decir, estas cosas tienen que pasar, es el precio a pagar por nuestra codicia colectiva, pero ahí es donde tiene que entrar el estado, arreglar los desperfectos y a volver a empezar.

Mmmm, ergo (c) la gente que maneja ciertos cotarros no es tan lista y queda por tanto desautorizada para negar la democratización del saber y las competencias (es decir, hay muuuucha gente que podría hacer su trabajo), así como para establecer y consagrar ningún modelo de administración económica.

Visto lo visto, y con las herramientas de juicio que tenemos (más o menos limitadas), si a partir de ahora se sigue dejando el saber económico en las mismas manos (un Madoff más, uno menos), nos mereceremos una oleada de mierda como ésta cada sesenta putos años.

http://www.eldiario.es/economia/minotauro-global_0_72093120.html

He aquí el enlace. Aviso de la licencia gramatical de los plurales generalizadores en femenino. Según uno de los foreros, no se trata de un error de traducción sino que es consecuencia de la ideología feminista del autor. Sí es cierto que hay vacilaciones, hay plurales en masculino, y no me queda claro el criterio. No es algo que os pueda aclarar porque no he tenido acceso al texto original, y además desconozco si el original está escrito en Griego Moderno (donde hay morfemas de género, y se podrían rastrear mejor las vacilaciones) o en Inglés (donde las marcas de género son en su mayoría léxicas). Cosicas lingüísticas aparte, que nos gustan a unos pocos, el texto tiene interés y merece ser leído.



miércoles, 21 de noviembre de 2012

Abusones

Se retrasa el anuncio de un alto al fuego en Gaza. Se acercan elecciones en Israel, y parece que los máximos  responsables políticos del país no quieren entrar en guerra con ningún "vecino". Curioso el uso de las definiciones. Parece que "guerra" no es lo mismo que bombardear un espacio físico cerrado (las fronteras entre Gaza e Israel, no son como las demás fronteras) con una altísima densidad de población (4.167 habitantes por kilómetro cuadrado) durante varios días seguidos con el resultado de más de cien civiles palestinos muertos. Eso no es una guerra. Eso es la expresión de un legítimo derecho de defensa. El derecho de defensa del estado israelí.
Hamás y otras milicias que nadie identifica, claman Occidente y sus medios al cielo, han lanzado más de 700 o 1000 o 1500 cohetes sobre el sur de Israel. La mayor parte de las crónicas en medios españoles no hacen referencia al Iron Dome, el particular juguetito de alta inteligencia militar con que los israelíes cuentan para frenar misiles corto alcance. El Iron Dome no es un escudo infalible, aunque sí es un potentísimo radar que identifica y dispara contra los mencionados misiles, y que ha neutralizado casi trescientos de los "tropecientos" cohetes lanzados desde la franja. Pero no me voy a centrar en el súper-radar, ni en los 75.000 reservistas movilizados por el ejército israelí, ni en el bloqueo inhumano que desde hace años asfixia la región, para sostener mi argumento de que Israel abusa, porque, recordemos, esto no es una guerra, es la operación Pilar Defensivo. No confundamos términos. Dicho todo lo anterior, y sin restarle ni un ápice de valor a ninguna vida humana, los muertos israelíes ascienden (las cifras son de la CNN) a cinco.

No obstante, y en palabras de Netanyahu y en mi traducción pedestre:
"The moment we draw symmetry between the victims of terror and the unintended casualties that result from legitimate military action against the terrorists, the minute that false symmetry is drawn, the terrorists win."
"En el momento en que dibujamos una simetría entre las víctimas del terror (Hamas) y las bajas no intencionadas resultantes de una acción militar legítima contra los terroristas, en el mismo momento en que se traza esa falsa simetría, los terroristas ganan."
No hay nada como una buena manipulación discursiva para que se vea todo el plumero del asunto: no todas las vidas valen lo mismo.

Si un misil israelí cae sobre una casa y mata a una familia de ocho personas, y los altos mandos afirman que el objetivo era un oficial de Hamás, pero no hay ningún oficial de Hamas ni muerto, ni en las inmediaciones de la casa, ni se le espera... entonces tenemos ocho bajas no intencionadas (tres más, en un solo ataque, que los cinco muertos víctimas del terror) derivadas de una acción militar legítima.

Cuando alguien considera que la vida del de enfrente vale menos que la propia, y que por lo tanto, ha de caer quien caiga por defenderla, el profesor Todorov en su ensayo El Miedo a los Bárbaros, lo llamaría "bárbaro" tras una coherente argumentación. Yo, en mi línea pedestre, lo llamo abusón de mierda. Y mentira debería parecer, viniendo de las autoridades un pueblo resiliente donde los haya, merecedor de todo mi respeto por su sufrimiento insoportable, como el pueblo de Israel.


viernes, 16 de noviembre de 2012

Un año de blog

A finales del pasado mes de octubre se cumplió un año de esta aventura que llamé De Manchas Solares y Lunares; a las primeras les dediqué título porque representan el máximo de luz, y porque son inalcanzables: el acercarse a ellas nos arrasaría de tal forma que no quedaría huella alguna de nosotros. Es un homenaje, supongo, a ese deseo incandescente de abarcar todo el universo. Un deseo que puede moverte más allá, a querer siempre más, a aprender mucho más, a ver, viajar, sentir, vivir mucho más... pero que si no se domina puede provocar quemaduras graves, especialmente en la retina, que te impiden ver lo que tienes más cerca: las cosas grandes, buenas, jugosas y luminosas que tienes cerca.
A los segundos, los lunares, los incluí en parte por el juego de descubrir manchas también en la luna, en el satélite de los colores fríos, que siempre fueron los míos. Pero por debajo y al poco tiempo, surgieron los lunares, en masculino, en homenaje a esas pequeñas manchitas, nada siderales, en todo corpóreas, que tenemos en la piel. Son a veces diminutas, cuanto más pequeñas suelen aportar más belleza. Y a veces pasan desapercibidas, a no ser que estén junto a la boca, cielito lindo. Hay muchos lunares escondidos, que van surgiendo con el sol, y algunos no te los puedes ver más que con un espejo, o aún mejor, solo si te los señala otra persona.
Así que, comenzamos otro otoño de aventura, con el propósito de no abandonarla, y las ganas de explorar más historias pequeñitas que le vayan saliendo en la piel al mundo.


 


jueves, 25 de octubre de 2012

Hay que estudiar economía

Siempre hay que estar aprendiendo para que, como hoy, cuando cae el diluvio, no te pille con las ventanas abiertas.

Os enlazo las páginas de formación del blog de Alberto Garzón, economista y diputado por IU, que considero una buena herramienta para comprender ciertos fenómenos económicos. Los textos, aunque necesariamente complejos en algunos tramos para los profanos, tienen vocación didáctica, y ayudan a comprender las bases y líneas de desarrollo de la economía capitalista.

http://www.agarzon.net/?page_id=1893

lunes, 22 de octubre de 2012

Heil Jesus!

Heil Jesus!

Entrada de Pitsirikos para los lectores helenófonos. Quisiera incluir la traducción de dos fragmentos del post que me han llegado especialmente y que resumen el mensaje ideológico y emocional de todo el texto:

 Εγώ δεν είμαι ούτε Έλληνας, ούτε χριστιανός, ούτε Χρυσή Αυγή, ούτε καπιταλιστής, ούτε Ολυμπιακός, επειδή ξέρω πως σε αυτή τη ζωή έχουμε έρθει για να γίνουμε άνθρωποι. Και προσπαθώ να γίνω άνθρωπος.

"Yo no soy ni griego, ni cristiano (ortodoxo), ni de Amanecer Dorado, ni capitalista, ni del Olympiakos, pues sé que hemos venido a esta vida para ser personas. E intento llegar a ser persona."

El remate de la entrada reza: 
 Τις προάλλες, έπεσε στα χέρια μου το τετράδιο με τις εκθέσεις μου στην Ε΄ Δημοτικού και διαπίστωσα πως στα 10 μου χρόνια έγραφα πιο περίπλοκα από τον τρόπο που γράφω σήμερα. Δεν ξέρω πώς κατάφερα μετά από τόσα χρόνια να σκέφτομαι και να γράφω σαν χαζό πεντάχρονο παιδί αλλά το θεωρώ κατάκτηση. Και λύτρωση.

"El otro día, llegó a mis manos mi cuaderno de lengua de quinto de Primaria y pude comprobar que cuando tenía diez años escribía textos más complejos de los que escribo hoy en día. No sé cómo he conseguido, después de tantos años, pensar y escribir como un crío de cinco años pero lo considero un logro. Y una liberación".

Ea.

domingo, 21 de octubre de 2012

Sat down and cried

Un buen día y sin venir a cuento, el humano tuvo la muy previsible impresión de que no sería capaz de engañar a la escritura predeterminada de los dispositivos de espejo negro, pues en su subrayado leía la impotencia de quien se sabe adivinado en la siguiente palabra. El humano entonces se sintió tan pequeño en sus opciones y tuvo tanto miedo de equivocarse, que prefirió dejarse llevar en la vida y en el discurso, abandonándose a la sabiduría monstruosa e impenitente de la tecla enter, que elegía, con la callada arrogancia de los confiados poderosos, la palabra adecuada, el acento preciso en la vocal exacta, sin dudar entre diptongos e hiatos, sin revisar la caída de la frase en la ironía.
Fue entonces cuando el gran Engranaje tomó el control de todo lo nunca escrito y se dejaron de ver nuevas palabras. Y todas las palabras que empezaban por "re" se convertían en "renunciar", y no había pretéritos imperfectos ni condicionales, así que casi nadie expresaba deseos ni hipótesis imposibles, que son siempre las mejores. Y ya no había errores propios, sólo frases mal hechas. Y no había libertad de expresión, porque, sencillamente, no había expresión.
Fue entonces cuando de verdad el mundo pareció demasiado grande y múltiple, y farragoso e inabarcable, y hasta feo. Entonces, y no hubo necesidad de ir a Gran Central, bajé al parque de al lado de mi casa, me senté y lloré.
Mucho rato después, con el cambio de luz a crepúsculo que recuerda que todo es temporal, y pensando que, quizás, el subrayado menos previsible de todos es ahora un final feliz, subí a casa, cogí papel y boli, saludé al muchacho de la gabardina que son todos los autores -hayan escrito o no- que me han hecho comprender algo en la vida, y me senté a escribir. 

viernes, 19 de octubre de 2012

Bartlebys

Conclusiones de la lectura de Bartleby y Compañía, o de cómo un relato fragmentado sobre la Literatura del No (escritores que dejaron de escribir, o que desaparecieron, o ambas cosas, o escritores sin obra), en forma de notas a pie de texto invisible, te convierte en un fanático del Sí, del vamos a leérnoslo todo, del hacer listas interminables de novelas, del rastrearlas todas en las bibliotecas de los pueblos de al lado, de eso de que no he acabado uno y ya quiero comenzar con el otro...
Conclusión primera:  recopilar justificaciones ingeniosas, para evitar pensar que son justificaciones: si vas a dejar de escribir, por cualquier motivo, invéntate un "tío Celerino" que haya dejado de contarte las historias, cfr. la nota sobre Juan Rulfo, el autor de Pedro Páramo.

Conclusión segunda: descubrir a Salinger en escenas de autobús junto con un extraño objeto de deseo, ensayos y errores mentales para morirse de la risa.

Conclusión tercera: es delicioso comprobar cómo había grandes talentos que sabían esconderse. De hecho, uno de sus grandes talentos era esconderse... con esa clase de talento es imposible tener una vida aburrida. Me quedo con Traven y todos sus demás nombres.

Conclusión cuarta: es reconfortante encontrar a otro alguien, aunque no sea un alguien sensu stricto, sino un narrador ficticio, que esté de acuerdo conmigo en que, a pesar de ser un poeta inalcanzable, Rimbaud era un gran gilipollas.

Conclusión quinta: es paradójico que el autor se refiera a la pintura como si la emprendieras con el cosmos desbordante de resplandores con un simple cepillo de dientes; que sí, que es verdad, pero no es menos frustrante emprenderla con un agujero negro de sensaciones corporales y másallás con un gran montón de uniones convencionales de sonidos y letras. Que sí, que Duchamp se lo montó muy bien, pero a los demás nos queda esa desazón abisal de quedarnos incompletos de Vida en la Literatura.

Conclusión de conclusiones: entre novela de trama y novela de entretenimiento, sacad un rato para leer Bartleby y Compañía, os dará ideas, y os entrarán ganas de dejar de escribir, si es que lo hacéis, esperando que Vila-Matas se plantee una revisión y ampliación de este libro y os incluya.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Cartografías


Tu piel es
un eterno crescendo
pues no acierto
a escalar
y ya estoy cayendo
en nuevas alturas
horizontales:
el cielo cubierto,
los soportales,
yo misma leyendo, tú
de mi lado
a través de las fronteras vitales.
Ábreme los mapas,
no señales nada,
lléname de desconcierto.
Llévame en tu cuerpo.
Siempre falta, 
un último verso.



Hope there´s someone

There´s a ghost in the horizon
when I go to bed
How can I fall asleep at night
How will I rest my head

Oh I'm scared of the middle place
Between light and nowhere
I don't want to be the one
Left in there, left in there
Anthony and the Johnsons


Ojalá haya alguien ahí cuando no queden más que fantasmas, cuando todos nos hayamos diluido, por inactividad, por costumbre. Aún hay poesía y flores que no existen, y ensoñaciones, y enamoramientos. Pero en el lugar intermedio entre la luz y ninguna parte, allí nadie quiere que le dejen olvidado. Ojalá haya alguien en el horizonte de las tierras de nadie para abrazarnos, cuando estemos cansados y tengamos frío. Hay poesía en las flores que no existen, hay ensoñación en lo imaginario, pero, cuando la humanidad se diluye, por inactividad, o por costumbre, entonces solo hay miedo, cansancio y frío. 

Tributo, insignificante por otro lado, a los refugiados sirios que están siendo reasentados con serias dificultades, en las franjas fronterizas de Turquía, Líbano, Jordania e Iraq. 




sábado, 6 de octubre de 2012

Correspondencias de Agosto

Es la Naturaleza templo, de cuyas basas
Suben, de tiempo en tiempo, unas confusas voces;
Pasa, a través de bosques de símbolos, el hombre,
Al cual éstos observan con familiar mirada.

Como difusos ecos que, lejanos, se funden
En una tenebrosa y profunda unidad,
Como la claridad, como la noche, vasta,
Se responden perfumes, sonidos y colores.

Hay perfumes tan frescos como un cuerpo de niño,
Dulces como el óboe, verdes como praderas.
-Y hay otros corrompidos, triunfantes, saturados,

Con perfiles inciertos de cosas inasibles,
Como el almizcle, el ámbar, el incienso, el benjuí,
Que cantan los transportes del alma y los sentidos.

Con los versos que dieron sentido al Simbolismo, viajamos a Mljet u Ogigia, en el sur dálmata. Se ha venido con nosotros el poeta maldito más triunfante, para transportarnos el alma y los sentidos.
Ocho de agosto de dos mil doce, en la Isla de Calipso, Adriático Sur.

jueves, 4 de octubre de 2012

Diez años de Grecia


Hace un par de semanas se cumplió un aniversario, diez años hace que pisé tierra griega por primera vez para vivir mi año Erasmus en Ioannina, una pequeña ciudad universitaria, capital del Epiro, "reducto otomano entre montañas" al que ya he hecho referencia en alguna otra entrada, y uno de mis más queridos rincones del país heleno, pues de esa tierra son algunos de los mejores amigos que hice y aún conservo en Grecia.

Me resulta muy difícil rendir homenajes a Grecia, en parte por lo inabarcable de mis vivencias, en parte porque sigo lo más conectada posible a su realidad. Trato de no tenerle nostalgia, eso significaría que me habría ido del todo, y eso nunca es cierto -del todo-, porque los lugares que habitaste los llevas siempre contigo, y los sacas de la mochila siempre que puedes para compartirlos, compararlos, o simplemente degustarlos con la persona a la que quieres y hacerla partícipe de esos recuerdos.

Como las mejores fotos que tengo de Ioannina están en una caja de cartón y/o en álbumes (recordemos, ¡diez años!), me conformo con esta postalita de la Stoa Liampei que no tiene todos los derechos reservados:



Y como quiero ser original y rebuscada, no voy a citar a Kavafis:
Σα βγεις στον πηγαιμό για την Ιθάκη,
να εύχεσαι νάναι μακρύς ο δρόμος,
γεμάτος περιπέτειες, γεμάτος γνώσεις,
sino a un actor de cuyo nombre no puedo acordarme, que trataba de ligarse a las suecas (su Alfredo Landa particular) con las siguientes perlas en greeklish:
Come with me για να τη βρεις
ας γλεντίζουμε together
και η ανάμνηση απ'την Greece
θα σου μείνει για forever,
que remezclado dice algo como:
Ven conmigo, lo pasarás bien
vámonos de juerga juntos
Y el recuerdo de Grecia
quedará contigo para siempre
No recuerdo si el hombre se ligaba a la guiri al final o no, lo que es seguro es que los dos últimos versos se cumplen sin excepción para todos los que hemos pasado por este gran país.

Dedico esta entrada a una gianniotissa universal: Rania. A Vasso y Alexandros. A todos los amigos y amigas de y en Ioannina, compañeros de residencia, a mis profes del centro de Lengua Neogriega, a mis primeros y grandes alumnos y compañeros en la academia San Pietro; y a compis erasmus que recalaron en este rinconcillo balcánico, con especial mención a los españoles: Inma, Celia y Martín; a mi compañera polaca, Marta, y a una grande de Bari, Elina.

Vaya recorrido desde entonces... el presente es mejor cuando el pasado es tan bueno, εις το επανειδείν, ¡¡hasta la vista!!


domingo, 30 de septiembre de 2012

¡Al suelo, al puto suelo!

Sinceramente, me cuesta mucho imaginar qué clase de complaciente existencia pueden llevar los ciudadanos no pudientes que, según nuestro presidente, guardan silencio, no se manifiestan, y, huelga decir, cumplen un deber democrático de consagración de nuestra monarquía parlamentaria, frente a envites nacionalistas y "pruebas durísimas" a las que se está sometiendo a nuestro país, pero de las que sin duda, saldremos reforzados.

Un ciudadano o ciudadana común, pongamos yo misma, se ve estos días atrapado entre, por un lado, un discurso oficial "razoniano", como el de líneas anteriores, caracterizado por el enrevesamiento sintáctico y los lugares comunes (mayormente eufemísticos), que nombran zozobras macroeconómicas y consignas liberales y eurocéntricas; y, por el otro, por la hostia en la cabeza, la rodilla en los riñones y el "al puto suelo", como argumentos de ciertos individuos pertenecientes a la policía nacional y a la unidad de antidisturbios para "cumplir con su trabajo". Sin término medio, el discurso del poder pasa del insulto a la inteligencia a un dudoso respeto por la integridad física del ciudadano.

Somos muchos los que queremos cumplir con nuestro trabajo. Somos muchos los que, por ahora, no podemos. Son muchos los que velan y se desvelan por el funcionamiento de la sanidad y la educación de este país, por levantar día a día pequeñas empresas, por críar a sus hijos, por tratar de que los alimentos y otros bienes lleguen a sus destinos, por hacer que la investigación avance en múltiples disciplinas.

Somos muchos los que hemos intentado mantener fértil y productivo nuestro radio de acción personal: a través de nuestra profesión, de voluntariados, de ciberactivismo...

Cuando se criminaliza el "ser muchos" en actos de libre manifestación, se le niega al individuo parte de ese radio de acción esencial sobre su comunidad. Una acción esencial porque deja de ser individual para ser colectiva. Si no he entendido mal, este gobierno está criminalizando una acción colectiva producto de una suma de voluntades individuales, por ser caótica y descontrolada.

Sin embargo y paradójicamente, nuestros gobernantes reprimen sin paliativos una suma de voluntades individuales como aquella que, en un acto organizado de sufragio, les concedió una mayoría absoluta para gestionar esta crisis hace poco más de diez meses.

Queda por tanto patente una lógica de patio de colegio en la que un pequeño capo psicópata te protege, a ti, que eres "el último mono", mientras estás con él; pero si te posicionas contra él, te echa al matón de último curso para que te dé una soberana -nunca mejor dicho- paliza.

Al suelo, al puto suelo.

Leí hace tiempo que el fuerte es fuerte porque existe un débil. La fuerza de unos se alimenta de la debilidad de los otros. Pues bien, mi humilde análisis es que las instituciones se demuestran pusilánimes ante la ciudadanía con reacciones como las de estos últimos días. Nótese que hablo de las instituciones, no de los policías. Algunos de los responsables de los golpes leídos con rabia no habrán reflexionado jamás, me temo, sobre la responsabilidad de un hombre armado frente a uno desarmado. Debe de ser una lástima creerse en posesión de esa clase de fuerza.

Instituciones pusilánimes, despobladas de creatividad y empatía. Pobladas por ""los elegidos".

Al primero de los elegidos, el señor Rajoy, he de decirle que me enorgullezco de cada ciudadano que negó su "debilidad por defecto" y acudió a manifestarse pacíficamente en defensa de unos derechos que nos quieren vender como privilegios. Porque ¡sorpresa, señor Rajoy et alii!, no solo los policías tiran al suelo, gran parte de esta sociedad ya está en el puto suelo y ustedes nos hincan cada día un poco más la rodilla en los riñones.

Una última cosa: somos muchos los que estamos a más de quinientos kilómetros del congreso, pero NO ESTAMOS EN SILENCIO, así que, cállese usted y métase su discurso neoyorkino donde mejor le quepa.


sábado, 29 de septiembre de 2012

Dublinesca

Se considera tan lector como editor. Le retiró de la edición básicamente la salud, pero le parece que en parte también el becerro de oro de la novela gótica, que forjó la estúpida leyenda del lector pasivo. Sueña con un día en que la caída del hechizo del best-seller dé paso a la reaparición del lector con talento y se replanteen los términos del contrato moral entre autor y público. Sueña con un día en el que puedan respirar de nuevo los editores literarios, aquellos que se desviven por un lector activo, por un lector lo suficientemente abierto como para comprar un libro y permitir en su mente el dibujo de una conciencia radicalmente diferente a la suya propia. Cree que si se exige talento a un editor literario o a un escritor, debe exigírsele también al lector. Porque no hay que engañarse: el viaje de la lectura pasa muchas veces por terrenos difíciles que exigen capacidad de emoción inteligente, deseos de comprender al otro y de acercarse a un lenguaje distinto al de nuestas tiranías cotidianas. Como dice Vilém Vok, no es tan sencillo sentir el mundo como lo sintió Kafka, un mundo en el que se niega el movimiento y resulta imposible siquiera ir de un poblado a otro. Las mismas habilidades que se necesitan para escribir se necesitan para leer. Los escritores fallan a los lectores, pero también ocurre al revés y los lectores les fallan a los escritores cuando sólo buscan en éstos la confirmación de que el mundo es como lo ven ellos...


Leyendo a Vila-Matas te dan ganas de ser para siempre lector. Llegué a Dublinesca a través de una declaración de intenciones lyonesa de la que ya os hablé en verano, Perder Teorías, donde el autor ya apuntaba a una novela donde la escritura es vista como un reloj que avanza y donde el estilo triunfa sobre la trama.
Puedo decir que sí, que en Dublinesca la escritura avanza por las fechas, y es ella misma tiempo, compás de espera hasta el momento del viaje a Dublín, triunfo del estilo y el cómo sobre la trama y el qué. Con estas misiones cumplidas, sin embargo, y aunque durante páginas haya un convencimiento vocacional de que no pase nada, pasan, pasan, y pasan, miles de cosas en esta novela. ¿O no pasan millones de cosas en nuestros interiores? ¿en cada fase extraña de nuestra vida? ¿en lo que no le decimos a nadie, porque cuando por fin lo decimos somos de lo más ridículos?
Pues eso: pasa ese editor retirado, aburrido porque ya no puede beber, abrumado por el Apocalipsis (sea cual fuere), sintiendo cada noche que alguien le observa: ¿un fantasma, un Joyce, un genio, Nueva York?; puteado porque, intuye, esa muerte tan sesentera del autor ha llegado y a él solo le queda sentarse y ser lo peor. Pasan esa gabardina y esos pantalones cortos (que no ayudan), y esos muchachos recurrentes que desaparecen de pronto, como un fantasma, como un Joyce, como el autor de la obra maestra nunca publicada.
En esta novela pasan millones de cosas: pasan amigos, escritores más jóvenes y más vivos, pero que no le llegan a Riba (nuestro editor) a la suela del zapato; pasa el East End; pasa una casa pintada que te ordena que salgas, a la puta calle; pasa un querer y un esperar la mejor de las literaturas.
Pues, y supongo que es algo que nos preguntamos muchos, ¿por qué hay tan pocos escritores ya que sepan de literatura? ¿que sepan tan poquito de la lengua y la literatura? Como bien dice mi hermana, parece que con encontrar una trama "que enganche, a poco bien que escribas" ya lo tienes hecho. A poco bien que...
Más que queja, es celebración de un autor como éste. Salve.


No es el puente de O'Connell, ni hay caballo blanco, pero esta entrada  me deja celebrar uno de los amaneceres más bonitos que no me he perdido durmiendo, como de costumbre. Fue en Dublín, sobre el Liffey, un día de Agosto de 2010.

martes, 18 de septiembre de 2012

La Educación Prohibida y el Cambio de Paradigma

Os redirijo en esta entrada hacia un interesantísimo proyecto, una película valiente que sacude la mente y el espíritu de todos aquellos que nos involucramos en educación. Aunque bien podría decir que es ese un documental que cualquier individuo inquieto debería ver: no solo profes, maestros, pedagogos, sino también padres, madres, abuelas, abuelos, tías, tíos, chavales de secundaria, y algún que otro ministro de educación.

Heredera de las alternativas de Ken Robinson al sistema educativo y sus paradigmas estancos de edad, repetición de contenidos y objetivos de excelencia en términos absolutos; La Educación Prohibida arranca con un travelling del Mito de la Caverna de Platón en formato cómic, para adentrarse, poco a poco, en la historia de la educación moderna, a través de testimonios de pedagogos y educadores de diversos países hispanohablantes y de la ficción de unos muchachos descontentos con el funcionamiento de su comunidad escolar.

Inserto, antes de seguir comentando la película, uno de mis videos favoritos vinculados a las ideas de Ken Robinson: "Changing Paradigms"
Encontraréis varios puintos en común entre el video de Robinson y la peli que nos ocupa: una concepción genética y orgánica de la educación que hunde sus raíces en la época del Despotismo Ilustrado y que establece, desde el modelo de la Educación Prusiana, un estado de cosas, que es a la vez conclusión y premisa: la escuela (el sistema educativo) es un doble mecanismo que -paradójicamente- persigue la homogeneización de los individuos y a la misma vez selecciona a aquellos que son "académicos" (aptos para hipertitularse, obtener buenos trabajos, incluso llegar a controlar las instituciones y los medios de producción en sus sociedades), en detrimento de aquellos individuos "no académicos" (ineptos para todo lo anterior, destinados a trabajos más precarios y a no tener ningún papel relevante en su comunidad). El hecho de presentar la escuela como un mecanismo de exclusión no es sólo una paradoja. Es también una peligrosa injusticia. Ahora, más que nunca, la educación está prohibida. Aquí, en España, parece que se agotan las alternativas. Me parece, sin embargo, que este momento de crisis es el adecuado para "empezar de nuevo", como se plantea en La Educación Prohibida. Si hay un momento para renegar de esa máquina prusiana de fabricar "trabajadores inteligentes", es éste, pues estamos desbordados de "inteligentes" que no llegan a ser "trabajadores". Estamos fabricando nuestras propias frustaciones pero, además (y esto resulta irritante), creyendo aún que todas las horas de aburrimiento, de acumulación de contenidos y títulos, la negación de la creatividad y del pensamiento divergente, aún refrendan el modelo, y por ello ¡se perpetúa en los coles e institutos y se desprecia la posibilidad de cambiar! Aunque quizá se me acuse de estar siendo, yo también, injusta, al no reconocer la labor de tantos y tantos profesores y centros (públicos y privados) que sí se arriesgan a hacer cosas nuevas, que piensan la calidad en distintos términos y se atreven a darle importancia a cosas que realmente la tienen, aunque se la queramos negar. Pero esta entrada pretende reflectar un mensaje: cuando se denuncia un estado de cosas -por rígido y obtuso- se está honrando también las excepciones, haciéndolas más grandes, luminosas y significativas. Queda dicho. No sé en qué nivel de la caverna estamos (el pobre Platón no habría podido imaginar que la caverna sería tan profunda, y que tendría plantas, como el Corte Inglés), pero me muero de ganas de ver el sol. A continuación, os dejo la película completa y os recomiendo que la veáis y la difundáis lo más posible, para que nos llegue un poquito de luz a todos...

viernes, 14 de septiembre de 2012

Barbaries. Breves reflexiones sobre El Miedo a los Bárbaros, de Tzvetan Todorov

Jamás ha habido un valor de civilización que no implicara la idea de feminidad, de ternura, de compasión, de no violencia, de respeto a la debilidad... La primera relación del niño con la civilización es la relación con su madre.
ROMAIN GARY, La nuit sera calme
Siempre resultan el placer y la revelación de un discurso tan lúcido como el del profesor Tzvetan Todorov. Me gusta apelar a este estudioso búlgaro "profesor", pues, ¿cómo nominar a alguien que escribe sobre lingüística, retórica, teoría y crítica literaria, historia, antropología y crítica cultural con la misma solvencia y claridad, con la cortesía del pensador humilde? Sólo se me ocurre a este propósito el término griego polymathís, que ha dejado en nuestro idioma el calco "polimatía", que suena a enfermedad, y una traducción de lo más sosa y cargante: "erudito". Así que, en fin, este hombre que sabe de muchas cosas, nos guía en su ensayo El miedo a los bárbaros por los conceptos clave de barbarie y civilización y sus aplicaciones en la historia de las culturas. Es una lectura clarificadora -y suficientemente neutra- sobre las teorías apocalípticas del "choque de civilizaciones" y demás patrañas simplistas neocon que han surgido después del 11-S.

La parcela del estudio que más nos interesa nos hace reflexionar sobre el concepto dinámico e híbrido de las culturas (en plural), frente al concepto de "civilización" (en singular), como la capacidad de reconocer la humanidad de los demás, reconocer que "los otros tienen la misma dignidad que nosotros aunque sean diferentes". Quizá para entender mejor qué significa "ser civilizado", tengamos que detenernos primero en qué significa "ser bárbaro". Desde la Grecia preclásica, el término "bárbaro" se aplicaba a todo aquel que no manejaba la lengua griega, concretamente servía para dividir el mundo en "griegos" y "persas" (los bárbaros). Es este un sentido relativo del término, por el cual todo pueblo es bárbaro para otro que no hable la misma lengua. A partir de aquí, se desarrolla en la historia un significado absoluto del término: ser bárbaro es ser cruel (considerar a los demás inferiores, incapaces de dialogar -por eso hay que resolver los problemas con la fuerza-, no dignos de vivir en libertad -por eso han de estar sometidos-, etc.)
Siguiendo este razonamiento, nuestra Europa occidental y Estados Unidos se han erigido en el paradigma de "Civilización", en adalides de unos valores que consideran suyos: igualdad, fraternidad, libertad, blabla (y que han trasgredido sistemáticamente en colonizaciones, descolonizaciones, guerras e ingerencias varias), frente a, fundamentalmente, el mundo islámico y, a la cola, las culturas asiáticas, africanas y sudamericanas (todos los "bárbaros" en el mismo saco). Pues bien, a pesar de que podríamos escribir muchas páginas sobre costumbres "bárbaras" de las culturas no occidentales, que no pueden justificarse por la costumbre ni la tradición en ningún caso; hoy vuelvo la mirada a España, que se cuenta entre los países elegidos de Occidente y no puedo más que vocear la barbarie. Por las numerosas tradiciones que conllevan maltrato animal y son una muestra de falta de respeto y de ensañamiento desleal, como el toro de Tordesillas. Por ejemplo.
Pero, desde ahora, hay algo más sobre lo que pensar: si una mujer inmigrante, en situación irregular, tiene que parir en Castilla La Mancha, estará obligada a pagar un mínimo de 2.439 euros. ¿Es acaso esa mujer menos humana que yo? ¿Es su hijo menos humano que los nuestros? A nivel pragmático, la medida es una estupidez, ya que esa mujer no podrá pagar, y facturarán la cantidad a su país de origen. A nivel antropológico, es una aberración. Si la civilización consiste en reconocer la plena humanidad del otro y una misma dignidad, aunque sea diferente, enhorabuena señora de Cospedal, es usted una perfecta bárbara. Otro apellido, otra fortuna, manchando los logros de la civilización occidental.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Tránsito e instante

"Pero al viajar siento que no peso, que me vuelvo invisible, que no soy nadie y puedo ser cualquiera, y esa ligereza de espíritu se trasluce en los movimientos de mi cuerpo, y voy más rápido, más desenvuelto, sin la pesadumbre de todo lo que soy, con los ojos abiertos a las incitaciones de una ciudad o de un paisaje, de una lengua que disfruto comprendiendo y hablando, ahora más hermosa porque no es la mía. Habla Montaigne de un presuntuoso que ha vuelto de un viaje sin aprender nada: cómo iba a aprender, dice, si se llevó entero consigo."
Sefarad, Antonio Muñoz Molina. Copenhague, Vetusta Morla
Una bitácora es un cuaderno de navegación, bien sea en papel o carretera. Una entrada es el aliento entre verso y verso, entre melodía y piel.

martes, 11 de septiembre de 2012

España, parque de atracciones

Tengo poco que añadir a una voz tan lúcida. Traen pan, traen circo. Abrámosles las puertas, modifiquemos las leyes. No puedo más que avergonzarme, si esto es lo mejor que se les ocurre a los caudillos autonómicos -la una, centralista recalcitrante; el otro, independendista con su orgullo periférico herido- para crear empleo y atraer prosperidad y bonanza a las dos principales ciudades del país. 

No es relevante cuál de los dos proyectos me produce mayor aversión -aunque Eurovegas se lleva la palma-, el fondo de la cuestión es oscuro y bárbaro. Cero inversión en educación, investigación, innovación y desarrollo. No aparece por ningún lado el espíritu de la ciencia, del humanismo, de la crítica. Aparece un viejo ultraderechista, despreciable y baboso, con los mismos escrúpulos que Lord Baelish, de Juego de Tronos, pero ni una pizca de su encanto cáustico. Si vas a ser un hijoputa, por lo menos hazte querer.

Lo preocupante es que no vivimos en una maravillosa ficción crepuscular, sino que, según parece, nos acercamos, en la pura y dura realidad, al invierno de todo lo que nos convierte en humanos civilizados.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Sefarad

Pocas veces he tenido una sensación más intensa de viaje y aprendizaje que al terminar mi lectura de Sefarad, de Antonio Muñoz Molina. Como digo, la sensación es tan intensa que me ha costado mucho sentarme a escribir sobre ella. Tanto que aún tengo ganas de levantarme de la silla, abandonar la reseña y salir corriendo a hacer algo "normal", por temor a que el texto no haga justicia a mi visión de la novela.

En primer lugar, he de decir que Sefarad es literatura de la buena -no es que lo diga yo, la novela se publicó en 2001 y ha tenido una recepción excelente de público y crítica. Se trata de una obra compleja en lo estructural y simple en lo esencial, de textos desbordantes de sensibilidad sin sensiblería, duros sin ser corrosivos. Es literatura de esa que hace afición, de la de los párrafos para enmarcar (pues tiene bastantes de este tipo).

Quisiera poder resumir argumentos, condensar mis consideraciones sobre el estilo o la maestría en el manejo de las personas gramaticales para hacer avanzar la diégesis a través de los datos, la apelación, la confesión íntima. No sé si puedo. Lo que sí creo que puedo afirmar como lectora es que Muñoz Molina consigue lo que la Literatura como arte persigue: tocar, por medio del conocimiento y la emoción, lo más profundo del alma humana. Una esencia que es poliédrica, múltiple y se alimenta precisamente de multiplicidades: de historias propias de otros tiempos (una persona vive varias vidas) e historias ajenas, de cualquier tiempo. Quizá sean palabras mayores, pero lo cierto es que la lectura de esta novela me ha tocado el alma. En ocasiones me la ha acariciado y apretujado, pero supongo que eso depende del estado anímico de cada uno en el momento de la lectura, incluso de su propia trayectoria o de su historia familiar.

El extenso recorrido por los exilios y persecuciones resultado de dos derivas totalitarias de opuesto signo ideológico -nazismo y stalinismo-, nos sacude con la épica de nombres conocidos y personajes anónimos. Todos ellos con un denominador común: la angustia de verse arrancados de su casa, de su lugar, de su seguridad cotidiana. Uno de los grandes aciertos de la diégesis (no creo que pueda hablarse de un narrador, las voces y sus características son múltiples) es la búsqueda constante de la empatía y solidaridad del lector, el horizonte presente explícitamente en el relato. El "podrías ser tú" podría no funcionar por demasiado obvio, pero, cómo no podría hacerlo: a través de viajes en tren, del deseo de viaje, de curvas que evocan tu infancia -en el fantástico "Valdemún"-, de ese frío perenne de una habitación de hotel en Moscú en la que el matrimonio Neumann espera una inminente detención, quién no teme ese frío pertinaz en la piernas que no te deja dormir, quién no teme la inminencia de que te arrebaten a la persona que más quieres y tu libertad. El podrías ser tú no deja de funcionar.

Sefarad me deja, pues, bien alimentadas, dos conciencias: la conciencia del viaje y la del aprendizaje.

La conciencia del viaje: a través del motivo del viaje en tren, del viaje como filón literario A veces, en el curso de un viaje, se escuchan y se cuentan historias de viajes, el viaje como salvación, como el niño Isaac Salama y su padre, desde Budapest hasta Tánger, huyendo del holocausto con un salvoconducto de nacionalidad española por su origen sefardí proporcionado por el ángel de Budapest (el diplomático español Ángel Sanz Briz); como para el funcionario de la ciudad de provincias, huyendo de la hostilidad de su vida cotidiana, de su mitad conformista y acomodada. El viaje como realización del deseo, la frontera, Gmünd para Kafka y Milena Jesenska. El viaje como  destierro, la distancia como tortura, en Siberia, Ravensbrück o Auschwitz. El viaje como escenas cinematográficas, las envidiadas, de Copenhague, Tánger, Moscú, Nueva York.

La conciencia del aprendizaje: qué era el NKVD y el indefinido Gulag, quiénes eran Münzenberg,  Eugenia Ginzburg, Margaret Neumann o la mencionada Milena, lo pequeño que resultaba Stalin en persona. Seguir el reguero del antisemitismo, la afrenta histórica de la expulsión de Sefarad (España para la tradición hebrea) en 1492,  los éxodos, desde la judería de Úbeda hasta Amberes o El Tigre. Descubrir que las mismas regiones geográficas sirvieron de refugio a los judíos en su eterna huída y a antiguos jerarcas de las SS quince o veinte años después (Berghof). Cómo era Chueca cuando yo era muy pequeña. Las promesas de futuras lecturas fundamentales: Primo Levy, Jean Améry.

En fin: dejo aquí Sefarad, como promesa futura, para todos aquellos que no la hayan leido: tenéis suerte de poder comenzarla por primera vez. Sentiréis la verdad de poder ser el siguiente perseguido, como Joseph K., y por ello os darán ganas de saltar al primer tren e iros muy lejos para retorcer y estrujar cada intante de vuestra vida. Una lectura inolvidable.


domingo, 2 de septiembre de 2012

Toda Persona

Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
                 Artículo 13.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
 
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud, el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica [...]
              Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Imagen tomada del blog ABIERTA EN CANAL, abiertaencanal.wordpress.com

Se te dice irregular. Me gustaría rebuscar en esas iregularidades: ¿están acaso en el hueco entre tus dientes, en tus antebrazos, demasiado poblados de vello oscuro para ser de una mujer? ¿Están en los dedos torcidos de los pies, en los talones ajados por las caminatas descalza?

Mi irregularidad favorita es una verruga diminuta que tengo cobijada en el pliegue de mi barbilla. Me gusta dejarla salir cuando estiro ese trozo de piel con la lengua, y la rodeo con el dedo anular cuando estoy nerviosa, como para comprobar que está ahí, pero sin tocarla directamente, porque no deja de darme repelús después de tantos años.

¿Y la tuya? Un antojo detrás de la oreja derecha, que mi madre me soplaba ahí para que me riera. Y hasta de mayor seguía haciéndolo, ya ves. Hace cuatro años que no la veo.

Tu madre podría estar en Pucará, Mizil, Berezan, Bamako o Kumasi. Sin apenas noticias tuyas, pensando, como lo hacen todas las madres del mundo, si estarás bien, si has comido, si te abrigas, si te habrás puesto malo.

El derecho civil de libertad de circulación está parcialmente reconocido en el articulo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. También está reconocido el derecho absoluto de un estado nación a rechazar la radicación de migrantes extranjeros en su territorio.

No obstante, ningún ser humano es irregular, si acaso lo es su situación jurídico-administrativa. Asi que después del viaje o de la huida y además del esconderse, ahora un colectivo humano desprotegido legalmente se ve en situación de exclusión de la atención sanitaria (básica o no básica, con todas las cláusulas de excepción que manejan las Comunidades Autónomas que aplicarán la norma, esto es irrelevante para el fondo de la cuestión).
Moraleja: Que la vida no te haga salir corriendo y "radicarte" en otro lugar -independientemente de la causa-, porque si las cosas se ponen feas son "los otros" los primeros en aparecer en el espejo del miedo y en pagar ciertas consecuencias. Bien cuando hacía falta mano de obra barata, pero ahora bájate en marcha, que esto está lleno y hay que sanear las cuentas. Es "de lógica".


domingo, 26 de agosto de 2012

Mostar


Hace veintidós años, un niño llamado Josip -que bien podría haberse llamado Yosif o Yusuf, y es este, según él mismo, el rasgo que distingue su etnicidad- podía cruzar los puentes de su ciudad de la mano de sus padres. Hoy, Josip es un joven guía bosniocroata que habla un fluido español sin haber pisado jamás ningún país hispanohablante. Hay que olvidar, dice, ladeando la cabeza hacia sus hombros constantemente encogidos, pero, bueno, los militares españoles hicieron mucho bien aquí, yo aprendí español con ellos, nos daban clases, hicieron mucho bueno, y eso... no hay que olvidar. Repite insistentemente el propósito de olvidar, como si, por su voluntad y tozudez, el recelo entre croatas y bosníacos, que acabaron enfrentándose de forma fratricida después de haber defendido su ciudad frente a los serbios, pudiera quedar en disputas de campo de fútbol. 

¿Cómo se puede olvidar lo inolvidable?





Las montañas que rodean Mostar son miradores terribles. Fueron la excusa perfecta, la pared estratégica contra la que estrellarse en la huida, atalaya y galería de asesinos. Hoy, las cumbres redondeadas de esas montañas son hombros constantemente encogidos ante las preguntas de la guerra: ¿Cómo empezó todo? ¿Quién bombardeó el Puente Viejo? ¿Quién ganó? Josip nos dice que a él le siguen contando historias diferentes: en la universidad le cuentan una; sus padres, otra; los medios de comunicación, otra. Dicen que la historia la escriben los vencedores. Las montañas de Mostar se encogen de hombros. Aquí no debió de ganar nadie.

Podría hablar de lo más bello de Mostar, en mi humilde opinión: el stari most y su curva gris sobre el turquesa mineralizado del Neretva, las callejuelas empedradas, todo lo que de otomano se asome por puertas y ventanas... cada estampa orientalizante retratada por grupos de europeos queriendo sentirse aventureros. Minarete que veo, fotografía que hago. Y me incluyo, cómo no. Aunque haya tenido la suerte de vivir durante dos años en otro reducto otomano entre montañas, unos ¿quinientos? kilómetros más al sur (pues la ruta de Mostar a Ioannina, en el Epiro griego, atraviesa Albania y no se puede calcular).

Podría hablar también de lo más digno de Mostar, siempre en mi humilde opinión: las huellas de su desventura. Pero eso ya solo se puede describir con otro lenguaje que yo no poseo.




Así que, terminando, me quedo con mis sensaciones encontradas durante mi breve estancia en la ciudad: la liviandad del viaje, la invisibilidad  -que diría Antonio Muñoz Molina- del tránsito; frente a las emociones graves, queriendo quizá impostar el peso de la historia, al rebobinar los bombardeos impenitentes sobre el puente viejo o al observar la espalda curtida de un pequeñajo condenado -por todos- a mendigar.

Espero volver a Bosnia, no solo a Hercegovina, y encontrarla encontrándose más a sí misma y más segura de sus gentes. Parafraseando la piedra inadvertida aún turística: nunca olvidaré Mostar.





viernes, 3 de agosto de 2012

Palabra de Draghi

Me esfuerzo en comprender por qué el sector mediático "alaba", "oye" y da todo el bombo posible a las declaraciones de esta figura caricaturesca. Me repito a mi misma que es su trabajo (el de los medios), no tanto el contar qué sucede, sino el hacer de cristal reflectante de los intereses de la clase política liberal dominante y de la clase de líderes económico-financieros, que por cierto, se ven cada vez más atrapados en una tela de araña de la que es muy difícil rastrear su origen.

NOTA: "Clase" y no "casta" es el término que elijo para referirme a estos colectivos sociales. Si no tenemos cuidado con el lenguaje, y adoptamos el discurso mediático -ojo, y sindical- hecho a fuerza de golpes de efecto, podemos decir cosas que no queremos. En una sociedad de castas, nosotros seríamos los "intocables". Si asumimos tener "castas" superiores, a nosotros se nos reserva el lugar de los "parias".

Una vez consumadas las declaraciones de esta especie de mesías esperpéntico que nos ha tocado ahora, comienzan los dominios de lo que NO COMPRENDO. No comprendo por qué los mercados parece que suben ante la expectación de su comparecencia. Y no comprendo por qué se desploman y la prima de riesgo vuelve a la barrera psicológica de los 600 puntos (aunque, atención, hace un mes dicha barrera estaba en los 500). No comprendo por qué esta fantasía que son los mercados se mueve al compás de palabras que no dicen nada. No comprendo por qué se pretende someternos a un estrés casi insoportable como sociedad. 

¿Cuándo llegó la valorización a separarse tanto del producto (de su valor de uso, de sus costes de producción) para llegar a compras y ventas de "bienes" que no tienen existencia material? Y la pregunta más dura: ¿Qué tiene que pasar para que pare? Por lo pronto, no se sabe. Porque, con la que está cayendo, y aun considerando "inaceptables" (palabra de Draghi) las primas que pagan los países "con problemas", no va a haber una intervención del banco-papá que nos corresponde (el BCE) y vamos a seguir en caída libre.

Y todo esto, a pesar de que personalmente considero que la situación financiera de Europa no se arregla con una compra masiva de bonos cortesía de Draghi y con el beneplácito de su Trinidad (perdón, la Troika), pero de alguna manera habrá que frenar la escalada de la deuda pública antes del que debería ser objetivo primordial: reestructurar los intercambios financieros, poner freno a la especulación y proteger los tejidos productivos y los ahorros monetarios de la gente real.

Ya no se sabe qué es mejor: que actúe el BCE o que no actúe, porque visto lo ocurrido en Grecia, el precio es demasiado alto. 
Estamos jodidos. Palabra de Draghi. (Y no dice el "vosotros os lo habéis buscao", lo deja entrever con sonrisita... y Mariano se siente "reconfortado"... Qué país.)

 
Imagen tomada del blog "Heraldo Sanitario de Oregón".

jueves, 2 de agosto de 2012

Conspiradores y antisemitas


Digamos que el tema de esta entrada no está de rabiosa actualidad, ni en lo referente a la novela a la que me voy a referir, ni en lo tocante a los temas y asuntos a los que nos traslada... ¿o quizás sí? Vosotros juzgareis. 
He finalizado la lectura de El Cementerio de Praga, de Umberto Eco; sí, bastantes meses después de que fuera tildada de best seller por críticos y editores. Lo cierto es que el Eco literario vende, mucho más que el Eco semiótico o el teórico de la literatura. Y después de El Nombre de la Rosa la verdad es que no sé muy bien por qué... (lo habéis adivinado, prefiero su obra ensayística y teórica, que me resulta fundamental).
El Cementerio nos traslada al convulso siglo XIX en Europa, una Europa en formación, hecha de retales nacionalistas y reliquias del Antiguo Régimen, abriéndose camino hacia su brillante futuro cimentado en el racionalismo y el progreso... Un fraude. Eso resultó ser el brillante futuro de Europa: un callejón sin salida en el que la gran mayoría de la población quedó acorralada por pulsiones genocidas y fanatismos revestidos de justificaciones intelectuales. Un cul-de-sac maloliente, como en el que se sitúa la guarida de Simonini, nuestro protagonista. Un fraude, como la vida y milagros del citado protagonista. (Por cierto, uno de los grandes aciertos literarios de Eco en esta novela es el travelling inicial por las calles de París, hasta posarnos la mirada por encima del hombro de un Simonini disociado y escondido en su agujero).
Durante, aproximadamente, las primeras 80 páginas del libro, pensé que el autor me estaba vacilando, que me estaba engañando con el título, porque yo no veía el Cementerio de Praga por ningún lado, tan solo las andanzas de un misántropo reprimido y ególatra que vendía sus servicios como falsificador al mejor postor en el transcurso de la revolución de Garibaldi y la formación de lo que hoy conocemos como Italia. 
Pero no, había mucho más. Y hemos de agradecerle a Eco su tesón y erudición a la hora de trabar una ficción histórica tan compleja, aunque el resultado sea una novela demasiado académica en su estructura y un ritmo narrativo ralentizado a veces en exceso por la hiperdocumentación de los acontecimientos de la historia. 
De la mano del capitán Simonini (que ni capitán, ni ná) recorremos, como os digo,  la revolución de los Carbonarios, pero también la Francia del Segundo Imperio, la guerra franco-prusiana y el convulso final de siglo con los días de la Comuna y el caso Dreyfus, un proceso judicial por traición a un militar de origen judío (el citado Dreyfus), que dejó al descubierto el profundo antisemitismo y ultraderechismo que latía en ciertos sectores de la sociedad francesa.
Ya os he puesto en antecedentes sobre los acontecimientos extradiegéticos (o sea, reales), pero no voy a desvelar nada de la trama, o la fábula...o cómo se cuela el Cementerio de Praga en todo esto y qué significa. Solo os diré que nuestro misántropo rezuma bilis y mala leche (si no, no sería un misántropo y tendría menos gracia) hacia todos sus semejantes, pero con especial virulencia hacia las mujeres, los jesuitas y, muy particularmente, hacia los judíos. Se trata de un cabronazo gris y mediocre, que no se yergue con la brillantez que hace memorables a los grandes villanos (este es otro acierto de Eco).
Comencé a leer la novela gracias a una torpe reseña que rezaba así: "el autor coquetea con el antisemitismo..." Afirmar tal cosa equivale a no conocer la diferencia entre autor y narrador (el narrador es una entidad perteneciente a la ficción narrativa, no puede identificarse en ningún caso con el autor real), y al caer en esa trampa bien podríamos decir que el tripón de Simonini y su obsesión por el buen yantar son el reflejo de la barriga de bon vivant del propio Eco, con todos mis respetos (o por lo menos, la que tenía en Granada, la última vez que lo vi en vivo, en 2008). Esto último es más probable incluso que las acusaciones de antisemitismo...
Sin duda alguna el interrogante de calidad que nos deja la novela es: ¿los grandes odios raciales que llevaron al Holocausto y a la aniquilación de todo valor humano durante la segunda guerra mundial se gestaron, mejor, se construyeron, a partir de documentos falsificados y de la manipulación de la opinión pública por parte de un sector de la "inteligencia" y los servicios de espionaje de las principales potencias europeas?
Y si es así, este constructo cultural que es el antisemitismo, ¿ha provocado como reacción inversa -a partir de 1948- el ultranacionalismo israelí y el comportamiento paranoico de ciertos sectores sionistas, que ahora pagan con creces los ciudadanos palestinos en Gaza y Cisjordania?...
¿Estamos solos? Me atrevo a bromear, por distender mi propio estado de ánimo mientras escribo estas líneas,  pero lo cierto es que el tema no tiene ni puñetera gracia.

Amigos lectores, para todos los fans de la novela histórica, El Cementerio de Praga es ineludible; para los que preferís narrativa con menos obviedades, o tengáis menos paciencia, os va a costar más terminarla, pero puede merecer mucho la pena. Todo es cuestión de prioridades.



martes, 31 de julio de 2012

Mala Vida

Señor Gallardón, es difícil decirle algo más de todo lo que ya le han dicho. Voces autorizadas, madres de hijos discapacitados, muchos de ellos con un grado de dependencia total; vidas, todas ellas, truncadas.
Mujeres de toda condición, profesión y extracción social, le han reprochado ya su falta de sentido común y su insolencia. Se trata de una reclamación de género porque no queda más remedio. Las mujeres reclamamos una opción para lo que puede convertirse en una esclavitud biológica.
Yo no puedo decirle mucho más. Yo no puedo imaginar el sufrimiento de tantas y tantas familias. Yo no puedo impostar una visión de esta vida padeciendo espina bífida o un autismo profundo.
No voy a repetirme sobre la hipocresía, la doble moral, el hecho de que cualquier mujer de su entorno podría acudir a una clínica abortista de renombre en el extranjero.
No voy a recurrir al argumento recurrente (y la redundancia, evidentemente, vale) de la no equiparación al resto de legislaciones europeas.
Yo soy sólo una voz más de mujer. Pero esta voz le pregunta:

¿Quién coño es usted para obligar a dar vida?
¿Quién es usted para obligar a dar mala vida?
¿Acaso sabe usted -y otros como usted- mejor que los demás, qué significa "vivir"?
Pues tenga cuidado con las cortinas de humo, porque cuando un día, nos causen ceguera permanente, será demasiado tarde.


Perder teorías

Perder teorías es una obrita breve (con pedantería lo llamaríamos opúsculo o libellus, en su sentido original latino) del escritor barcelonés Enrique Vila-Matas. 
No entraré a valorar la novelística de este autor, porque no la conozco todavía, así de simple. Pero estoy un poco harta de leer eso de "una de las voces más personales de nuestra literatura actual", así que tengo pendientes por lo menos Bartleby y compañía (seguro que tiene que ver con Bartleby, el escribiente de mi adorado Melville) y Dublinesca (porque me encantan Dublín y Joyce a partes iguales).
Volvemos al "librillo" que nos ocupa. Lo incluyo entre mis reseñas porque me ha resultado sorprendente e instructivo, y creo que puede resultárselo a otros, especialmente a los aficionados a la teoría literaría (en singular, lo mismo da).
Se trata de lo siguiente: un escritor (trasunto del propio Vila-Matas) llega a Lyon como ponente invitado a unos encuentros internacionales sobre la novela. A su llegada sin embargo, ningún miembro de la organización se pone en contacto con él, así que nuestro hombre se encierra en su hotel, a esperar.
Hasta aquí la acción. A partir de aquí, la inacción. Y su fruto "teórico". Durante su espera, el escritor bosqueja una teoría general de la novela del futuro, aunque deja claro que sus premisas se cumplirán tan sólo en su próxima novela (que habría de ser la mencionada Dublinesca). 
Mientras leía, no pude evitar establecer un paralelismo muy particular. Se me ocurría que este libro es la obra teórica de un escritor que no quiere ser crítico; así como Crítica y Verdad (otro opúsculo tremendamente instructivo), es la condensación teórica de un crítico que no quiso ser escritor, el señor Roland Barthes (que escribía mucho mejor que otros muchos llamados "escritores" con sus bombazos editoriales). Bueno, esto son cosas mías.
Diversos aspectos de esta teoría son, a mi modo de ver, destacables. Comenzaré por reseñar los elementos "irrenunciables, imprescindibles" de la novela del futuro:
La "intertextualidad"
Las conexiones con la alta poesía.
La escritura vista como un reloj que avanza.
La victoria del estilo sobre la trama.
La conciencia de un paisaje moral ruinoso.
Recorremos estos cinco elementos y nos encontramos de acuerdo con todos ellos. La "intertextualidad" no sólo es necesaria, sino inevitable. Cada "intentona" (porque a veces son empujes primarios) que hago por escribir está vertebrada por cada lectura que alguna vez hice. El autor nos recuerda el método Sterne y nos descubre a Julian Gracq, y la espera clarividente de sus relatos.
De gran intensidad me resultaron las conexiones con Rimbaud y ese "Todo esto ha pasado". ¿Será verdad, en fin, que ya todo había pasado y que después de la Segunda Guerra Mundial ya no quedó nada por narrar?
¿Qué queda cuando todo lo que ocurre es tan absoluto? La nada.
Y así nos presenta el escritor a "La Espera" como modus vivendi, pues es verdad, siempre estamos esperando algo, siempre somos ese "siguiente" por llamar. ¿Habrá manera de escaparse de la espera? El escritor lo intenta, levantando acta de la misma en forma de teoría de la novela y citando a Pessoa, pues escribir es perder teorías, así como viajar es "perder países", en vez de ganarlos, pues quedan ya fuera de nuestra espera. Quedan hechos. Pierdes modelos, ganas huellas únicas de la vivencia.
Perder teorías es una buena manera de pasar un rato lector y aprender perspectivas, descubrir autores. Es también un espaldarazo emocional para las "intentonas" prácticas de escritura -perdiendo teorías-, pues como dice el trasunto esperante de Vila-Matas:

"... uno no empieza por tener algo de lo que escribir y entonces escribe sobre ello, sino que es el proceso de escribir propiamente dicho el que permite al autor descubrir lo que quiere decir."
Qué alivio.