jueves, 27 de octubre de 2011

Se vende

He tomado "prestada" esta imagen de Pitsiriko, un revoltoso blogger griego que nos sacude un día sí y otro también con su sarcasmo y también -por qué no decirlo- con su poquito de mala leche.
En el post correspondiente se hablaba del aumento del turismo extranjero en Grecia durante el período de Enero a Agosto de 2011. Paradójica estadística si tenemos en cuenta las constantes recomendaciones del gobierno a la ciudadanía para no manifestarse y así no empañar la imagen internacional y la marca turística helena, no vaya a ser que vayas a vivir "tu mito" en Grecia esquivando molotov no ya en el barrio de Exarchia, sino en la mismísima plaza de Syntagma.
  Las noticias más tristes que me llegan de Grecia no son las de los informativos, sino las voces de amigos contándome las reacciones de violencia y brutalidad policial durante las manifestaciones de protesta, y sin duda, el incremento de la inseguridad ciudadana en Atenas durante los dos últimos años. En el período 2005-07, cuando yo residía allí, aún era considerada como una de las capitales más seguras de Europa.
  ¿Por qué viajar entonces a Grecia, ese país que parece en descomposición? Porque hay cosas que no se descompondrán nunca... No se descompone el magnetismo que te atrapa al llegar a Delfos, ni las rectas curvas del Partenón, ni los atardeceres desde la colina de Strefi. Ni los cedros casi mágicos de la isla de Chrissi, al sur de Creta. Ni las montañas del Epiro. Ni el sabor de un buen souvlaki a las 6 de la mañana (o a cualquier hora).

  En fin, podría seguir... De alguna manera la reivindicación del turismo es una manera de reivindicar también el derecho a levantar cabeza. Y ese derecho es lo único que está llevando a miles y miles de personas a prender fuego (metafórica y literalmente) las calles de Atenas.En estos días más que nunca, "mantener la imagen" es, además de superfluo, sencillamente absurdo, así que... ojalá siga aumentando el turismo y quien no lo haya hecho aún, que vaya a "vivir su mito en Grecia".

lunes, 24 de octubre de 2011

Collective Soul

La primera entrada de este blog aparentemente tan personal e intransferible no es una declaración de intenciones del autor, ni un manifiesto sobre actitudes y futuros escritos. Nunca lo habría pensado -de puro ególatra- pero, comienzo a escribir en este medio por pura pasión por compartir, por reflejar lo que está pasando en estos últimos meses. Y lo que pasa en estos últimos meses no tiene -casi- nombres propios, sino que está hecho de colectividades. El movimiento del mundo se rinde a fuerzas grupales y manos virtuales. Y voces, voces y más voces. Escribo para que no se me olvide que en este año 2011 los gritos han sido música. Y que no se me olvide que los que yo creía dormidos han despertado (sí, los del país de la pandereta, la juventud sin inquietudes, la cerveza y el comentario fácil peroluegonomepidasquememueva). Todos esos se han convertido en la mecha gigante de una maravillosa dinamita. Y yo misma, dormida y aún satisfecha con mi repertorio de quejas, también desperté, a una nueva forma de vivir más consciente.

Y que no se me olvide que en este 2011 la islamofobia se ha quedado sin coartadas, que una primavera vale más que mil palabras (salvo que sean de Edward Said o Amin Maalouf), y que un lugar pequeño en la geografía puede seguir siendo enorme en el corazón, por más tiempo que pase desde que dejaste de vivir allí. Por ello, una parte de Ítaca sigue estando en Grecia.

Y que no se me olvide que esta pasada semana han dejado de matar por y en nombre de Euskadi, que digo yo que qué habrá hecho Euskadi para merecer eso. Seguro que algo ha estado diciendo al respecto durante estas décadas, pero ya se sabe que el mercenario y el nacionalismo ensimismado no escuchan a la tierra.

Voy terminando, con una dedicatoria en lugar de un manifiesto: a todos aquellos que me han animado alguna vez a escribir y a los que me animan sin saberlo.

Y que siga viva nuestra alma colectiva.