viernes, 14 de septiembre de 2012

Barbaries. Breves reflexiones sobre El Miedo a los Bárbaros, de Tzvetan Todorov

Jamás ha habido un valor de civilización que no implicara la idea de feminidad, de ternura, de compasión, de no violencia, de respeto a la debilidad... La primera relación del niño con la civilización es la relación con su madre.
ROMAIN GARY, La nuit sera calme
Siempre resultan el placer y la revelación de un discurso tan lúcido como el del profesor Tzvetan Todorov. Me gusta apelar a este estudioso búlgaro "profesor", pues, ¿cómo nominar a alguien que escribe sobre lingüística, retórica, teoría y crítica literaria, historia, antropología y crítica cultural con la misma solvencia y claridad, con la cortesía del pensador humilde? Sólo se me ocurre a este propósito el término griego polymathís, que ha dejado en nuestro idioma el calco "polimatía", que suena a enfermedad, y una traducción de lo más sosa y cargante: "erudito". Así que, en fin, este hombre que sabe de muchas cosas, nos guía en su ensayo El miedo a los bárbaros por los conceptos clave de barbarie y civilización y sus aplicaciones en la historia de las culturas. Es una lectura clarificadora -y suficientemente neutra- sobre las teorías apocalípticas del "choque de civilizaciones" y demás patrañas simplistas neocon que han surgido después del 11-S.

La parcela del estudio que más nos interesa nos hace reflexionar sobre el concepto dinámico e híbrido de las culturas (en plural), frente al concepto de "civilización" (en singular), como la capacidad de reconocer la humanidad de los demás, reconocer que "los otros tienen la misma dignidad que nosotros aunque sean diferentes". Quizá para entender mejor qué significa "ser civilizado", tengamos que detenernos primero en qué significa "ser bárbaro". Desde la Grecia preclásica, el término "bárbaro" se aplicaba a todo aquel que no manejaba la lengua griega, concretamente servía para dividir el mundo en "griegos" y "persas" (los bárbaros). Es este un sentido relativo del término, por el cual todo pueblo es bárbaro para otro que no hable la misma lengua. A partir de aquí, se desarrolla en la historia un significado absoluto del término: ser bárbaro es ser cruel (considerar a los demás inferiores, incapaces de dialogar -por eso hay que resolver los problemas con la fuerza-, no dignos de vivir en libertad -por eso han de estar sometidos-, etc.)
Siguiendo este razonamiento, nuestra Europa occidental y Estados Unidos se han erigido en el paradigma de "Civilización", en adalides de unos valores que consideran suyos: igualdad, fraternidad, libertad, blabla (y que han trasgredido sistemáticamente en colonizaciones, descolonizaciones, guerras e ingerencias varias), frente a, fundamentalmente, el mundo islámico y, a la cola, las culturas asiáticas, africanas y sudamericanas (todos los "bárbaros" en el mismo saco). Pues bien, a pesar de que podríamos escribir muchas páginas sobre costumbres "bárbaras" de las culturas no occidentales, que no pueden justificarse por la costumbre ni la tradición en ningún caso; hoy vuelvo la mirada a España, que se cuenta entre los países elegidos de Occidente y no puedo más que vocear la barbarie. Por las numerosas tradiciones que conllevan maltrato animal y son una muestra de falta de respeto y de ensañamiento desleal, como el toro de Tordesillas. Por ejemplo.
Pero, desde ahora, hay algo más sobre lo que pensar: si una mujer inmigrante, en situación irregular, tiene que parir en Castilla La Mancha, estará obligada a pagar un mínimo de 2.439 euros. ¿Es acaso esa mujer menos humana que yo? ¿Es su hijo menos humano que los nuestros? A nivel pragmático, la medida es una estupidez, ya que esa mujer no podrá pagar, y facturarán la cantidad a su país de origen. A nivel antropológico, es una aberración. Si la civilización consiste en reconocer la plena humanidad del otro y una misma dignidad, aunque sea diferente, enhorabuena señora de Cospedal, es usted una perfecta bárbara. Otro apellido, otra fortuna, manchando los logros de la civilización occidental.

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