sábado, 23 de noviembre de 2013

Baila, baila, baila

Una mañana de Julio, en un espacio quirúrgico. Antes de nada, la enfermera pregunta: ¿Qué lees? "Una novela" ¿Y de qué va? Cuéntame. Dice para distraerme, sin un interés real en la pregunta, aunque sí en el paciente. Hay un cierto tipo de cortesía que siempre se vuelve en contra de los españoles, pero no terminamos de entenderlo. Respondo. "Un tipo de unos treinta y tantos se da cuenta de su incomunicación, de que está como desconectado del resto del mundo, incluso de quienes alguna vez lo han querido, y se embarca en una búsqueda. Se convence de que el nodo de su existencia (ni de broma utilicé esas palabras, no estaba tan lúcida), su único punto fijo, es un hotel en el que pasó unos cuantos días felices con una mujer hace cinco años. Cuando regresa a dicho hotel, se encuentra un edificio ultramoderno que ha absorbido el anterior establecimiento, aunque mantiene su nombre, y en él halla la entrada a una realidad paralela, donde un hombre con piel de carnero le asegura que todo está conectado y que no puede dejar de bailar. Y es ahí donde comienza..."

Recupero la mirada perpleja de la enfermera y oigo a mi acompañante decir: es que es profersora de literatura... 

Ahí queda el intento, igualmente fallido aunque más auténtico que el de la contraportada de la edición de Tusquets, de resumir lo inabarcable.

No me gusta leer a escritores de moda. Con la literatura me ocurre, lo mismo da que le mire la cara de profesión que la de devoción, que siempre estoy intentando ponerme al día, o por lo menos es la sensación que tengo. Hay tanto por leer que todavía no he leído y debería haber leído, que descarto cantidad de títulos. No sé si hago bien o mal. El caso es que Murakami es bueno. Me resulta muy valiente en sus relatos e impecable en sus formas. Ojalá pudiera leerlo en original, aunque no desmerezco al traductor, en absoluto, me parece un héroe.

Pues eso. Leed Baila, baila, baila, dejaos viajar por los sucesos y lugares, y haced honor a aquello del "baila como si nadie estuviera mirando", que como consejo vital no está mal.

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