miércoles, 21 de diciembre de 2011

Anonymous

Espero que el título no lleve a equívoco o decepción. Dado mi usual empeño en escribir y repartir mi indiganción ciudadana, podría parecer que dedico esta entrada al cibermovimiento activista que lleva el rostro de mi querido V. Me parece que este movimiento merece estas y muchas más líneas, pero en esta ocasión el contenido del texto es otro bien distinto.

Confieso que carezco de las cantidades industriales de cinismo e inteligencia necesarias para ser crítico, literario en mi caso, -por profesión o devoción-, y por lo tanto, os voy a hablar de la película Anonymous, con ánimo pero sin conocimentos para criticarla.
Podrían perfectamente corroborarlo algunos de esos críticos a los que ha escocido sobremanera el escarnio que William Shakespeare sufre en la cinta: analfabeto, aprovechado, mezquino, putero, borracho, bastante payasete... El caso es que dudo de si sus críticas están realmente motivadas por conciencia de justicieros poéticos, por su aversión deontológica a que se hagan guiones de mierda a partir de teorías de la conspiración o porque el director -de cuyo nombre no me acuerdo- es el mismo de Independence Day y Godzilla y hay que escupirle haga lo que haga, no vaya a manchársenos el aura cultureta anticomercial. Dudo que no sea por esto último.
Lo cierto es que el guión es bastante mejorable, sí, ¿y? El caso es que la película va y me gusta. El caso es que siempre me ha gustado la metadramaturgia y los saltos temporales, y me parece que se les saca un rendimiento correcto en la peli, pues se trata de apoyar la conspiración traída por los pelos (¿estoy haciendo crítica? Interesante...) No es que me pirre el morbo conspiratorio, pero siento decepcionar a algunos: ha habido intrigas mucho más retorcidas en cortes imperiales, camas, tiendas de campaña y demás espacios de poder, que las que muestra esta historia.

Me declaro apasionada incondicional de los textos shakespearianos, antes de los dieciocho ya había leído todas sus tragedias y varias de sus comedias y dramas históricos. No me imagino otro apellido nombrando esos textos, y me alucina pensar en una sola pluma, alma y sensibilidad dándoles vida. Pero por supuesto, dudo de la autoría integral de las obras de Shakespeare, y considero que especialmente los estudios lexicográficos avalan mis dudas. Dudo igualmente de la autoría y atribución de otras obras, en épocas remotas y en la actualidad... venga, seamos francos, las sagas catedralicias hiperdocumentadas no las escribe un solo tío, en eso estaremos casi todos de acuerdo, ¿no?
Lo cierto es que no me molesta tanto la caricatura infame de Shakespeare (¡un gran buh al guionista!), como la atribución de todo el mérito a un Duque de Oxford, cobarde marionetilla, que no me convence como agujero negro de tan grande talento literario.

Bueno, en este punto en el que releo el texto para concluirlo, me doy cuenta de que esto es más crítica que otra cosa y se me pasa por alto que las palabras se hacen justicia por sí mismas. La vida sin Shakespeare sería menos bella.

P.S: Dejo el tráiler con una estupenda canción de Radiohead de regalo.


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